viernes, 7 de noviembre de 2014

TU HISTORIA – MEMORIA DE UNA TRAGEDIA - Un testimonio de la tragedia en la ciudad vecina de Sabadell.

Torre del agua Sabadell



En un momento del camino en la historia de este blog hicimos un llamamiento a todos los damnificados, familiares, vecinos, conocidos, amigos, voluntarios, sanitarios.... a aquellos que vivieron los hechos y a los que oyeron contar la historia… a todo aquel que quisiera compartir sus vivencias.


Nos ha llegado un testimonio de la vecina ciudad de Sabadell, afortunadamente se salvó de las aguas, como nuestra madre, pero la tremenda experiencia vivida esa noche seguro que marcó un antes y un después en su vida y en la vida de su familia.





El día 25 de septiembre se desarrolló como un día cualquiera. Nuestro padre se fue a trabajar y nuestra madre se quedó con nosotros.
Nuestro padre trabajaba en El Molino de l’Amat, en la empresa textil de tintes y acabados llamada Industrias Aux. Prat, junto al río Ripoll, que mi abuelo había dejado en herencia a sus tres hijos.
Al atardecer de aquel día empezó a llover con intensidad. Nuestra madre, al principio no se preocupó. 

Eran las 9,30 de la noche, la hora en que un amigo taxista iba a buscar a nuestro padre, puesto que los dos trabajaban hasta tarde y habían llegado a ese acuerdo.
Nuestro padre, viendo que llovía mucho, pensó que sería mejor esperarse al otro lado del río. Una señora abrió la puerta de la casa del portal donde se había cobijado y al reconocerlo lo hizo entrar y le ofreció un café que compartieron las 7 personas que vivían allí.
De repente, un alud de agua entró por la parte de detrás de la casa llevándose todo lo que encontró por delante.
Un niño discapacitado físico se aferró a su mano suplicando:
-Señor, no me deje!
Nuestro padre le contestó, subiéndolo a cuestas y con el agua llegándole hasta la cintura y la otra mano cogiéndose a un techo medio caído:
-No sufras! No te dejaré!
Pero una tromba de agua, mucho más fuerte, los arrastró a los dos río abajo. Entre troncos, piedras, muebles y otros objetos que los golpeaban y lesionaban, perdió el niño. Intentó recuperarlo nadando contracorriente pero fue inútil.


En un momento de lucidez se dejó arrastrar por las aguas río abajo, como si estuviera muerto, entre cadáveres humanos y de animales. Pensó que había llegado su final. Pero al cabo de 4 km las mismas aguas lo despidieron contra un recodo. Con los ojos cerrados y respirando profundamente, se dio cuenta de que aún estaba vivo. Estaba herido y sin fuerzas, pero el espíritu de supervivencia lo hizo escalar una pared rugosa, de unos 20m de altura, llena de zarzas, malas hierbas y pinchos, sin saber dónde cogerse.
Tras horas subiendo y bajando por aquellos lugares y casi llegando a la cumbre, se le apareció una silueta majestuosa recortando el cielo: era la Torre del agua. La reconoció y se sintió reconfortado. Subió como pudo aquellos metros que le faltaban. Estaba cerca de casa! Todavía le faltaban unas cuantas calles para llegar (Vilarrúbies, Soledat, Salut, Carme, S.Llorenç y Concepció). Aquí caigo, aquí me levanto, recorrió todas estas calles sin que nadie lo auxiliara, más bien el contrario, se apartaban de él como si tuviese la peste. 
Mientras tanto, en casa, nuestra madre, muy preocupada, nos ordenó a los tres hermanos, de 16, 12 y 6 años, que nos fuéramos a dormir.

Sobre las 12 de la noche resonaron unos golpes en la puerta principal. Nuestra madre reconoció la voz de nuestro padre:
-No sabes lo que ha pasado!
Ella, bromeando, le comentó mientras cogía las llaves y abría la puerta: 
-Que has perdido las llaves? Que no ha venido tu amigo a recogerte? 
Cuando abrió y lo vio temblando, desencajado, herido, que no se aguantaba de pie, con los ojos desorbitados, sucio y con la ropa rasgada, se desmayó.
Suerte de nuestro tio Pep, el hermano mayor de nuestro padre que vivía con nosotros, que puso un poco de orden, auxilió a nuestro padre y lo metió en la bañera con agua tibia. Nosotros, al sentir el ajetreo, asistimos a nuestra madre.

Nuestro padre perdió 20 kilos aquella noche.

CELÒNIA


Agradecemos a Celònia que haya querido compartir en nuestro blog su vivencia de aquella trágica noche. 



Un gran abrazo para ella y toda su familia.




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